Con el paso de los años, es posible que vayamos notando algunos despistes o pequeños fallos de memoria. Hay quien no le da importancia y quien, rápidamente, piensa en una demencia.
Ciertamente, ante la aparición de algunos síntomas, debemos sospechar un deterioro cognitivo que puede ser el pródromo de una demencia, tipo Alzheimer u otra. Ante esta sospecha, se debe acudir tanto a consulta de Neurología como de Neuropsicología. De esta forma, se analizarán esos síntomas y determinarán si son quejas propias de la edad (en función de edad, nivel de estudios, ocupación…) o si, efectivamente, nos encontramos ante un deterioro cognitivo o una posible demencia.
Las quejas más habituales se relacionan con olvidos o despistes de acontecimientos recientes: personas nuevas, citas olvidadas, recados, grifos abiertos… así como dificultad para aprender a manejar nuevos dispositivos. Podemos encontrar que la persona repite las mismas preguntas una y otra vez, o que repite siempre lo mismo con dificultad para encontrar las palabras.
La Alzheimer’s Association ha elaborado un listado de 10 señales que nos pueden hacer sospechar el inicio de una demencia:
- Cambios de memoria que dificultan la vida cotidiana
- Dificultad para resolver problemas
- Dificultad para desempeñar tareas habituales: en casa, en el trabajo o en el tiempo libre
- Desorientación de tiempo o lugar
- Dificultad para comprender imágenes visuales y cómo objetos se relacionan uno a otro en el ambiente
- Nuevos problemas con el uso de palabras habladas o escritas
- Colocación de objetos fuera de lugar y la falta de habilidad para retrazar los pasos para encontrarlos
- Disminución o falta de buen juicio
- Pérdida de iniciativa
- Cambios en el humor o personalidad
Pero, ¿cómo saber si esos síntomas son propios de la edad o, efectivamente, son signos de alarma de demencia? La norma general es que los despistes son ocasionales y, con frecuencia, uno suele acordarse tiempo después.
En cualquier caso, es importante mantener al cerebro activo, tanto si se presentan signos de alarma de demencia como si son cambios asociados a la edad. Parece haber consenso científico en la importancia de mantener la llamada reserva cognitiva como protector y como ralentizador del Alzheimer y otras demencias. Será necesaria una valoración neuropsicológica para establecer qué tipo de estimulación cognitiva necesitará la persona.
En Neurointegra disponemos tanto del programa Mente Sana para favorecer la reserva cognitiva, como de un programa de atención al Deterioro Cognitivo para personas que presentan signos de alarma de demencia. Este último incluye estimulación cognitiva específica, así como atención desde terapia ocupacional y, si fuera necesario, fisioterapia y logopedia. La inclusión de todas las especialidades se debe al deterioro global paulatino que experimenta la persona con Alzheimer, afectando a su funcionalidad, su movilidad y autonomía.
Si usted o su familiar presenta algunos de los síntomas mencionados, recomendamos consultar con neuropsicología para evaluarlos y determinar si son cambios naturales asociados al envejecimiento o, por el contrario, el inicio de un deterioro cognitivo, así como el plan a seguir.